Visita al hermano del norte~

Sus mejillas se teñían sutilmente de rojo, mientras que ropía el contacto con la mano de su hermano, para rodear el cuello de Alfred en un suave abrazo. Sonreía. Sabía que no le había dicho algo definitivo, pero esas palabras no eran de rechazo y eso lo animaba.

Se separó un poco de Alfred, para verlo - N-no..no te das una idea lo feliz...que me hace eso- se dio cuenta del abrazo y todo tan repentino - D-disculpa por ser algo impulsivo - bajó un poco la mirada.

-It's OK.- aceptó, con una sonrisa, y le devolvió el abrazo. El cuerpo caliente de Canadá seguía encajando perfecto a su lado, como si de algún modo siempre hubiera pertenecido a ese lugar. -Ahora terminemos con esto, y hagamos algo de una vez, ¿está bien? Estaba pensando en ...- se ruborizó con fuerza en ese instante, pero ocultó su rostro dentro de los cabellos rubios del otro- ...estaba pensando en invitarte a salir... I mean... si tú quieres....

Los abrazos de su hermano nunca dejarían de ser tan reconfortantes y tan protectores para el canadiense. se encogió un poco de hombros al sentir como su hermano ocultaba su rostro entre su cabello.

- P-por supuesto... me encantaría salir contigo - habló algo bajito pero sus labios estaban cerca de los oidos americano, así que seguramente lo iba a escuchar.

Apoyó su cabeza sobre la de su hermano.

- ¿ A-a dónde iremos?.

Levantó la mirada hacia la pared. Se le ocurrían muchas cosas que hacer: desde el principio había especificado que cuando saliera con alguien quería que fuese una persona con gustos parecidos a los suyos, que le agradaran los deportes extremos y las actividades al aire libre... y no se imaginó a sí mismo encerrándose en un restaurante elegante, con traje de etiqueta para sentarse a comer lentamente una comida pequeña y asquerosa mientras le sostenía la mano a Matthew.

Por supuesto que esos últimos pensamientos lo hicieron ruborizarse todavía un poco más, pero los desechó en seguida.

-Vamos a Six Flags,- comenzó, sonriendo mientras se imaginaba los gritos de su hermano en alguna de las montañas rusas. -O a Disney... -aunque la última idea no lo emocionaba demasiado, conociendo a Matthew... -Tú dime qué prefieres.

Escuho las propuesta de su hermano. Cuando escuchó Six Flags fue inevitable que el recuerdo de su última visita a Quebec azotara su mente y claramente no era un buen recuerdo.

-M-me gustaría ir a Disney, hace mucho que no voy y siempre me pareció un lugar muy lindo- Pensó que ahí tendría menos posibilidades de terminar con el corazón en la boca y terminar sin voz por más de 4 días - Seguramente hay muchas cosas nuevas desde la última vez que fui.-

Sonrió irónicamente, riendo entre dientes al escuchar la respuesta. Le sorprendía darse cuenta de que después de tantos años seguía siendo capaz de leer perfectamente a su hermano, y que nada de lo que él hiciera o dijera podría sorprenderlo jamás.

Bueno... tal vez... si omitía el hecho de que le había dicho que lo amaba. Y por cierto, se preguntaba desde cuándo había sido eso, o es que tal vez su awesomeness de hero había funcionado siempre y en realidad su hermanito había estado enamorado de él desde siempre.

Frunció el cejo al pensar en ello.

-Tal como podía esperarse de ti, hermano.- murmuró, sonriendo, y se apartó un poco de él. -Entonces... ¿estás seguro de que no quieres dormir un poco más? Tal vez el Muppet*Vision 3-D sea demasiado para ti si no descansas primero.- y rió levemente al pensar en eso.

- ¿Q-qué dijiste? Bueno, discúlpame porque no tienes unacita con Chuck Norris o Indiana Jones- giró su cuerpo, dándole la espalda a suhermano y cruzándose de brazos. En su rostro se formó un puchero y el rubor noabandonaba sus mejillas.

Matthew no era de esas personas que viven todos los días al límite. BungeeJumping por las mañanas. Jaula con leones hambrientos en los mediodías. Por lastardes, algo ligero, escalar a 800 mts. de altura. Y como broche de oro, unasbuenas carreras a 300 km/h de noche. Tampoco es una persona que se la pasa jugando ajedrez y haciendo bordados. Jugaba al hockey, un deporte en que mínimamente hay posibilidades de perder mitad de la dentadura. Aún así, el canadiense no podía compararse con su
hermano, empezando por sus personalidades que eran totalmente distintas. Eso no fue un impedimento cuando eran pequeños, ¿lo sería ahora?

Rió en voz alta, apartando las manos hacia un costado al ver el movimiento del otro.

-No sé si tener una cita con Chuck Norris sería buena idea...- comentó, pensando en que no le gustaban demasiado peludos(?), y luego se inclinó hacia él, posándole el mentón sobre la cabeza y pasándole los brazos alrededor del torso. -Está bien si eres tú, supongo.- murmuró, y luego se preguntó si llegaría a volverse aburrido.

En realidad no tenía la más mínima idea sobre cómo tratar a Matthew de otra manera que no fuera molestarlo, y es que prácticamente tenía una maestría en aquél tema.

Se separó de su hermano, poniendose enfrente de él - ¡Y-ya verás! Tendremos la mejor cita que hayas tenido - con cada palabra, Matthew se ponía más sonrojado y su cuerpo temblaba más- Y-y... y te demostraré que no soy una persona aburrida. A-aún asi... -bajó la mirada y juntó sus manos - ¿ podemos ir a Disney? -

Había pasado de un estado emocional a otro en tan sólo un segundo, se sentía muy tonto pero no lo pudo evitar.

Le sorprendió el repentino arrebato del canadiense cuando se apartó de él, pero no se movió y escuchó atentamente cada una de sus palabras, sonriendo con incredulidad.

-Iremos a Disney.- aceptó, asintiendo. -Pero, ¿será una cita?

Así que habían terminado sus salidas de hermanos.

Se quedó unos segundo, recordando las palabras que había dicho - ¿yo... yo...y-yo dije cita? B-bueno si, pero ¿una cita no es cuando dos personas salen? - nunca dejaría de ser tan obvio. Parecía un libro abierto. Igual él sentía que las citas eran todas iguales. Seguramente fue porque nunca tuvo una relación que pasara los límites de la amistad. Estaba en un campo totalmente desconocido para él y temía que dar un paso en falso, terminando todo mal.

Quedó en silencio, mirando a su hermano.

-Supongo que es una cita.- admitió finalmente, rodando los ojos, y se apartó de la mesa. Sin embargo no se dirigió hacia Canadá, sino hacia la puerta de la cocina, murmurando sinsentidos en voz baja mientras cavilaba al respecto.

Era una cita, claro. Después de haber hecho algo así y escuchado sus sentimientos de sus propios labios, ¿qué otro tipo de salida podrían tener? Porque los había aceptado, si bien no devuelto del todo, y eso solamente lo llevaba a una conclusión. Pero, ¿era la correcta?

¿Había comenzado una relación con Matthew sin darse cuenta?

Se detuvo al llegar a la puerta y se agarró al marco con una mano, sin voltearse a verlo.

-Déjame dormir un momento y nos iremos, ¿está bien?- entonces sí giró el rostro y le dedicó una sonrisa ancha y despreocupada.

P-por supuesto, ve. Yo..yo haré un poco de limpieza aquí - tomó los platos y vasos de la mesa, llevándolos a lavar - Cuando quieras nos iremos. D-descansa bien, Alfred - trató de que no se notar su ansiedad y sus nervios. Respondió a la sonrisa de su hermano y se dio vuelta para comenzar su labor.

Mientras fregaba los platos la idea de dormir junto a su hermano lo azotaba una y otra vez. Movía la cabeza con fuerza en un afán de controlar sus pensamientos.

Estaba a punto de tener su primer cita. ¿Qué cosas se debía hacer en una cita? Había muchas cosas que debía aprender, pero no había tiempo. Tenía que confiar en él.

Entró a la habitación de Matthew, estirándose ligeramente el cuello de la camiseta con un par de dedos. No era la primera vez que se quedaba a dormir, y tampoco en la cama de su hermano, pero en ese momento, cuando la puerta se abrió, tuvo una persepción totalmente diferente y eso lo hizo sentirse tan extraño.

Se sintió extraño mientras avanzaba dentro del cuarto vacío, repleto de él, y su corazón palpitó con fuerza. Se sintió extraño cuando se sentó sobre la cama y sus ojos estudiaron avergonzados la superficie aún húmeda sobre la cual... El mero hecho de terminar semejante pensamiento lo hizo enrojecer con coraje, y finalmente se dejó caer sobre el colchón, sobre las sábanas que aún tenían su aroma tan fuerte como si fuera el mismo cuerpo de Canadá el que estuviera a su lado.

-Ah... Matthew...- resopló, aferrándose a las mantas con las manos con furia, y enterró el rostro en la cama, enfadado. No dijo mucho más, pese a que las emociones fluían por su cuerpo dolorosamente, y después cerró los ojos.

No se dio cuenta del momento en que se quedó dormido.

Era difícil mantener su mente entretenida en otra cosa. En todos sus pensamientos estaba él. Sus ojos azules, su sonrisa, su energía...todo. No importaba cuantas veces se ponía a lavar los platos, Alfred no paraba de acosarlo en sus pensamientos. Dejó los platos, que irradiaban de tanta limpieza, y se sentó en una silla. Se cruzó de piernas. Cambió de posición. No conforme se levantó y empezó a dar vueltas por toda la cocina. No había forma. Intetó leer una revista o un libro. Nada. Se quedó quieto unos instantes, tratando de vencer el impulso. No pudo resistirlo más.

Se dirigió a su habitación, entrando con cautela. Llevó sus ojos hacia la cama. Su mejillas se ruborizaron. Se veía tan tranquilo, tan tierno. Sus pies se movieron solos y lo dejaron a un lado de la cama. Se arrodilló.

- A-alfred... - susurró. Apoyó su cabeza sobre el colchón, cubriéndola con un brazo. La mano que quedó libre se acercó lentamente al americano y la apoyó sobre la mano del mayor. Todo se sentía más sereno. Ya no se sentía abrumado por sus pensamientos. Sólo Alfred podía poner su mundo de cabeza y a la vez darle tanta tranquilidad. Con una sonrisa en sus labios, cerró sus ojos y cayó nuevamente dormido.

Aquella fue la primera vez en mucho tiempo que durmió sin soñar.

No es que le molestara soñar, puesto que generalmente dentro de sus sueños ocurrían cosas magníficas en las que la adrenalina no se detenía nunca, pero de vez en cuando, en ocasiones así, era reconfortante poder descansar completamente.

No supo cuánto tiempo durmió, pero cuando despertó descubrió la habitación a oscuras y una respiración pausada además de la suya que atrajo su mirada hacia un costado. Sorprendentemente no se sintió desubicado al despertar y reconoció la presencia de Matthew como un hecho acostumbrado, así que apretó suavemente su mano entre la suya y se reacomodó sobre la cama lo suficientemente erguido como para poder inclinarse a besar la cabeza de su hermano.

-Te quiero, tonto.- susurró, apenas audiblemente, y aquello fue para él tan significativo como haber dicho que aceptaba ser inferior a Rusia.

Dejó escapar cosas inentendibles de sus labios. Se movió, empezando a sentir la incomodidad de la posición en la que estaba.

- mmmmh... ¿ o-otra vez... me quedé dormido? - su voz sonaba somñolenta y le costaba abrir sus ojos. Levantó un poco su cabeza para ver a su hermano con los ojos entreabiertos - Y-yo quice hacerte algo de..de compañía.- sonrió levemente. Una de sus mejillas estaba algo roja y marcada por quedarse dormido sobre su brazo. Su mano a uno no soltaba la de su hermano . - ¿Q-quiéres que vayamos?-

-Uhm.- asintió suavemente, apretando la mano del canadiense con la suya. -Sí, gracias.

Luego se apartó, rompiendo el contacto, y se reacomodó, dejando caer las piernas por el borde de la cama mientras bostezaba.

-¿Ya estás listo? ¿Piensas llevarte a tu oso?- sintió un pequeño escalofrío al pensar en la conversación que había mantenido con el animal, y por un momento temió que ésta se repitiera para los oídos canadienses, pero se tranquilizó al pensar que Kumajirou no reconocía a su propio dueño, y se aferró a ese pensamiento desde aquél momento.

No era que le avergonzara lo dicho, sino que aún no se sentía listo para expresarlo en voz alta.

- Estoy listo - se levantó del suelo, quedándose parado. - ¿Ah? ¿Kumatero-san? N-no creo que venga, con todo lo que comió seguro dormirá por un buen rato. Así será mejor que no lo despierte - se acomodó un poco la ropa y pensaba que si la ropa que tenía puesta estaba bien para la ocasión.
Dominó algunos pelos rebeldes cuando se vio en un espejo que había en una pared.

" Oh my God, parezco una adolescente!" movió su cabeza, tratando de alejar esos pensamientos. Todo iba a estar bien, sólo tenía que ser el mismo.

-¡V-vamoos! - se apresuró a decir y extendió su mano hacia Alfred. Estaba demasiado ansioso para seguir esperando.

No se demoró demasiado en tomar la mano que el otro le tendía y le dedicó una sonrisa amplia, llena de emoción.

-Ya verás~ -amenazó, sacudiendo levemente la cabeza. Al contrario de su hermano, no se había preocupado ni un poco por su aspecto personal. -Hoy te haré gritar más de lo que lo hayas hecho en toda tu vida~

Y se echó a andar fuera de la habitación, hacia el exterior de la casa, llevando cerca de sí a Canadá.

Cuando escuchó lo de gritar no pudo evitar recordar ese momento, donde se la pasó gritando sin pudor ni culpa. Movió con fuerza para mantener ese pensamiento a un lado por el momento, mientras que ambos salían de la casa del canadiense rumbo al mágico mundo de Disneyland. Matt estaba seguro de que este sería un gran día y estaría con la persona que más quería. Tomó con fuerza la mano de su hermano mientras dejaban atrás Canadá.