Visita al hermano del norte~

P-pero estas todo sucioo - sintió el apretón en su mano. Retiró por un momento el pañuelo.

¿A qué vamos a jugar? - Ahora sus dos manos sujetaban la mano del americano, mientras que Matthew lo observaba con sus ojos detrás de los vidrios de los lentes. Trataba de lucir calmado para no mostrar lo nervioso que estaba. Esta no era la primera vez que jugaban, ¿ Por qué estaba así?

Miró al cielo. Parecía hacer buen clima pese a estar tan al norte, por lo que no habría problema si se metían al agua.

-¡Ya sé!- exclamó, sonriendo con bastante excitación. Se apartó de su hermano y se quitó el otro guante, dejándolo caer al piso, después se comenzó a quitar todas las cintas de piel que llevaba pendiendo de su cintura y su pecho. -Podemos...- masculló, dejándolas caer también al piso, con el sonido pesado que provocó el radio al golpear el concreto. -...jugar...- se sacó el chaleco y después se llevó las manos al borde de la camiseta negra y cubierta de hojas y tierra que llevaba puesta, tirando de ella hacia arriba, hasta que se la sacó por la cabeza. -...a que tú llevabas la flota del ejército...- continuó, saltando en un pie para quitarse los zapatos. -... y yo era el monstruo que los atacaba desde el mar.- terminó finalmente, llevándose las manos al cinturón de sus pantalones. -¿Qué esperas? ¡Sácate la ropa!- lo apuró, medio riendo, y finalmente se sacó el pantalón, quedando en ropa interior por unos instantes antes de saltar al tanque lleno de agua que salpicó todo a su alrededor con el impacto.

....... ¿ eh? - se quedó boquiabierto. Vio a su hermano quedar en ropa interior y saltar al tanque, lo cual lo dejó algo embobado. La zambullida de Alfred lo mojó un poco.

- ¿Q-qué me saque la ropa?- Estaba sintiendo verguenza, verguenza de desvestirse frente a su hermano. No era la primera vez, desde pequeños siempre se desvestían juntos y se bañaban juntos. ¿Qué diferencia había entre antes y ahora?. Sacudió fuerte su cabeza y se dispuso a sacarse la ropa. No es que estuviera desnudandose frente a su hermano. Esto es como un día normal en la picsina con el hermano, no había diferencia alguna.

"E-es algo común y c-corriente, ¿verdad?"

Terminó de sacarse todo la ropa, quedando en ropa interior y se metió al tanque.

Escuchó el sonido que hizo Matthew al entrar al agua como un sonido distante; en aquellos momentos se encontraba buceando dentro del tanque de considerable profundidad y extensión, rozando el fondo con las yemas de los dedos. Cuando levantó la mirada encontró las extremidades de Canadá hundidas en el agua oscura del tanque y sonrió. No las distinguía muy bien dado el movimiento ondeante y la falta de los anteojos que se había quitado antes de zambullirse, pero no podía ser nadie más, así que se impulsó hacia arriba y extendió las manos, tirando bruscamente de sus tobillos hasta que lo hundió en el agua y se aferró a él con ambos brazos.

Salió a flote momentos después, tirando de él y riendo mientras tomaba bocanadas de aire fresco por encima de la superficie del agua.

-Aw, Matt...- le dijo, sonriendo. -¿Has subido de peso? Te noto un poco más repuesto.- aseguró, aunque sólo bromeaba, mientras deslizaba sus manos por la cintura estrecha de su hermano.

Ya dentro del tanque no podía ver a su hermano en la superficie - ¿Alfred dónde estas? - mira para todos lados sin encontrarlo - Alfre...- no pudo terminar la frase ya que sintio como era jalado, sumergiendolo completamente. Fue tan de repente que dejó escapar casi todo el aire dentro del agua. Sintio los fuertes brazos de América lo rodeaba y segundos después estaban en la superficie. Matthew tosió un poco porque tragó algo de agua.

- ¡C-casi me ahogo! - le reprochaba a su hermano mientras tosía un poco más - ¿ Queee? Yo noo..no subí de peso - negaba con la cabeza varias veces. Tal vez comía mucha miel de maple, pero se cuidaba en materia de salud y figura. - No seas malo, Alfred -

Las manos de Alfred en su cintura lo alteraban un poco y sin darse cuenta el tenía las suyas sobre el pecho del otro.

Rió con ganas, aferrándose a la cintura mojada del otro mientras lo observaba con gesto divertido.

-Claro que sí, estás más gordito.- le espetó, estirándole suavemente la piel de los costados como si quisiera remarcarle las lonjitas (xD). Inclinó el rostro un poco más hacia él, aún riendo, y dejó que sus ojos se encontraran con los de Canadá, que lo miraba con reproche. Las yemas de los dedos de sus pies tocaban el fondo del tanque con agua, y se impulsó hacia el frente, empujando a Matthew hacia la pared de metal.

La risa se había apagado poco a poco dentro de su garganta, pero no podía dejar de mirarlo, y de repente se había vuelto a sentir ligeramente nervioso. No había reparado antes en que estaba semidesnudo y prácticamente abrazando a su hermano, y repentinamente el contorno de sus labios, que delineó con la mirada, le resultaba mucho más apetitoso que una hamburguesa a las brasas.

¡H-heeey! No hagas eso - Matthew trataba de que deje de molestarlo con eso.

El rostros de Alfred se acercó al de él - ¿ Qué..sucede? - su mirada quedó fija en los ojos de su hermano. La única respuesta que recibió fue terminar contra la pared de metal.

Notó como su hermano no dejaba de mirarlo - ¿A..Alfred? ¿ Qué pasa?- se sentía nervioso y el corazón le estaba latiendo muy rápido y no había forma de frenarlo. Tenía sensaciones muy extrañas en todo el cuerpo.

-¿ Alfred?- Volvió a llamarlo porque parecía que el otro no lo escuchaba. Estaba todo muy silencioso, sólo se escuchaban sus respiración en todo el lugar.

Esto no era como en los viejos tiempos cuando eran pequeños. La atmosfera era diferente. Matthew no se sentía así de nervioso cuando estaba con Alfred.

La voz de Matthew llamándolo le sonaba lejana, como un eco. En aquellos momentos no estaba pensando en nada, sino que se dejaba mover como un insecto atraído por la luz, y precisamente resultaba ser su hermano la fuente más brillante de atracción para él.

El último de sus llamados, sin embargo, lo hizo volver en sí. Sacudió ligeramente la cabeza, aturdido, y se sintió bastante incómodo cuando se percató de lo mucho que había invadido el espacio personal del norteño, por lo cual se apartó bruscamente, chapoteando y haciendo que el buque a escala se meciera sobre las ondas del agua.

-Ah...- masculló, sonriendo torpemente, y sujetó el barco con una mano, empujándolo hacia Canadá. -Vamos, tú tendrás las tropas, así que ten cuidado de mis ataques.- explicó, antes de tomar una bocanada de aire y sumergirse una vez más en el agua para poder escapar hacia su propia mente.

No entendía qué le estaba sucediendo, pero vamos, no era tonto y estaba completamente consciente de que lo que le pasaba no estaba nada bien. Había deseado besar a su propio hermano, y en realidad aún lo hacía, mientras pataleaba por debajo del agua y rodeaba la extensión del tanque de metal.

Otra vez su hermano se alejaba bruscamente de él. No entendía que le pasaba a Alfred como tampoco entendía que le pasaba a él.

- Alfred ... - dijo por lo bajo.

"¿Por qué mi corazón late tan fuerte? Por un momento sentí que me iba a explotar. Esto no es normal, me estoy sintiendo así por mi hermano ¿ Qué me esta pasando?" se estremeció un poco. Se sentía un poco asustado de estas sensaciones que nacían en su pecho.

Estaba solo en la superficie con el barco. Pensó que era mejor jugar y dejar de pensar en todo lo que pasó recién. Comenzó a nadar en la superficie del tanque empujando el barco con una mano, mirando hacia todos lados pendiente de la aparición del "monstruo".

Cuando notó el movimiento de Matthew toda su atención se vio atraída por esto. Observaba desde abajo las piernas largas agitándose y el vientre plano que en realidad no era gordo. El casco del pequeño buque se abría paso por delante de los hombros de Canadá, y trató de enfocar sus pensamientos en ello: en la mejor manera de saltar fuera del agua y tomarlo por sorpresa.

Permaneció unos instantes más aguantando la respiración y después, cuando sintió que ya no podía más, se impulsó hacia arriba, empujando las manos desde abajo del agua y emergiendo de espaldas al canadiense, entre los brazos extendidos del mismo y rugiendo en un infantil intento de imitar el gañido de un monstruo marino.

El buque se movió lejos de las manos de Canadá y él sonrió satisfecho consigo mismo.

Seguía nadando por el tanque, Alfred no tardaría mucho en aparecer, no podía aguantar la respiración por mucho tiempo. Se sentía un poco más calmado

A sus espaldas sientió que algo emergió y escuchó el ruido de... un monstruo?. El movimiendo del agua hizo que el barco se safara de las manos del rubio - ¡Aaaah! ¡El barco!- estiró sus manos en un intento de alcanzarlo, pero ya se había ido lejos. Giró su cuerpo, topándose con Alfred y otra vez su corazón empezó a latir muy rápido y todas las sensaciones que habían desaparecido por unos instantes volvieron todas de golpe, sofocando al pobre canadiense.

Estaba riendo en voz alta, regodeándose del momento en que el otro rubio intentó atrapar al barco que se le escapaba de las manos, pero cuando éste se volvió hacia él y nuevamente la distancia entre ambos se esfumó, la sonrisa se congeló abruptamente en sus labios.

Miró a Matthew a los ojos. Sabía perfectamente lo que deseaba hacer y realmente no le veía el sentido a tratar de negárselo, pero también sabía que si lo hacía probablemente sucedieran cosas para las que no estaba listo... O que lastimara a Canadá quien, según él, no estaba teniendo la misma clase de dudas que en aquellos momentos se apoderaban de él y seguramente no querría volver a verlo después.

Pero bah. Nunca había sido muy dado a pensar en ese tipo de problemas con mucho detenimiento para evitar la migraña, por lo que se olvidó de todos sus pensamientos cuando sacó las manos del agua y lo sujetó por la cabeza antes de inclinar el rostro y estampar sus labios, aún sonrientes, contra los del más pequeño.

" Es mi hermano...es mi hermano..es mi hermano" se repetía para sí mismo tratando de controlarse. Lo que no se esperó fue lo que pasó después. Las manos de Alfred sujetando su cabeza y el rostro del americano acercandose cada vez más y más a él

" Es mi hermano... es mi...hermano " La distancia era casí nula y el corazón de Matthew parecía que estaba corriendo una carrera a toda velocidad.

Cuando ya no había mas distancia, sus labios se unieron. Matthew abrió los ojos, sorprendido. Los colores se subía a su cara. Estaba siendo besado por Alfred. Su cabeza estaba a punto de estallar de tantos pensamientos.

" Es...mi..." Y como su hubiera ocurrido un cortocircuito, el cerebro de Matthew quedó en blanco. Aunque podía escuchar como su corazón latía con fuerza, cerró sus ojos y aflojó sus facciones. Lenta y torpemente, correspodía ese beso. Ya no estaba escuchando a la voz de la razón, sólo escuchaba a su corazón que le estaba marcando un camino.

Un gemido de alegría se coló por sus labios al sentir que el pequeño canadiense correspondía. De algún modo no se lo esperaba, pero ya que lo veía desde otra perspectiva, era lógico: nadie puede negarse a un héroe. Sus manos acariciaron sin mucha cautela el rostro de su hermano, asentándose en su nuca, y abrió un poco más la boca en su intento por intensificar el contacto de sus labios.

El aliento cálido de Matthew también olía a miel de maple así como sus labios tenían aquél sabor dulce y adictivo de la misma. Incluso eran tan suaves como el pan, y sonriendo entre el beso se sintió como si estuviera mordiendo un waffle.

Pero no, los besos del rubio eran mucho más deliciosos que cualquier bocado del mejor desayuno del mundo. Incluídos los de McDonalds.

Sentía todo su cuerpo estremecer ante el beso del mayor. Estaba tan absorto en el beso, que se lo olvidaba respirar. Sus brazos volvieron a abrazar el cuello del americano, aferrándose con fuerza a él como si fuera lo único que tuviera en la vida. Como si soltarlo significara perderlo. Ya no le importaba si eso estaba mal, el sentía bien... más que bien. Nunca en su vida se había sentido así.

La vida es dura para alguien que la gente olvida con facilidad. Pero Alfred nunca lo olvidaba. Es verdad, ahora que lo veía de esa forma, su hermano sabía quién era Matthew Williams. Lo visitaba, lo llamaba por telefono, lo buscaba para jugar. Sus ojos se cristalizaron. Estaba tan feliz que estaba llorando de la alegría. No pudo evitarlo, tenía que sacar toda es sentimiento hacía afuera. Y mientras las lágrimas seguían cayendo, Matthew no dejaba de besar a su hermano.

El abrazo de Matthew no lo tomó por sorpresa esta vez. En realidad, se pegó un poco más a él, sintiendo la piel desnuda de su pecho y sus brazos entre el agua, y una de sus piernas rozó a la del otro, suavemente, sin intención.

Continuó besando al canadiense por un rato más, tomándose apenas instantes para respirar y explorando cada centímetro dentro de la húmeda cavidad del pequeño, a quien se aferraba con fuerza. Había pasado uno de sus brazos en torno a su espalda, apretándolo contra sí, y de repente la posición y el agua comenzaron a molestarle. Incluso el buque a escala que se hundió en su espalda por el movimiento ondulante de la superficie y lo hizo proferir un gemido entre los labios del otro.

-Salgamos de aquí...- le dijo, apenas apartándose de sus labios, y sus párpados se entreabrieron para mirarlo. Respiraba agitadamente y tenía deseos de cosas que no se atrevería a decir en voz alta.

Se perdía entre los besos y se refujiaba en los brazos de su hermano. Se sentía protegido cuando Alfred lo abrazaba.

Abrío lentamente los ojos cuando sus labios se separarón - E-esta bieen... - dijo levemente con su rostro sonrojado y los ojos todavía húmedos. Le dedicó una tierna sonrisa a su hermano y tomandolo de la mano salieron juntos del tanque.

Afuera del agua el clima se tornó fresco, Matthew no pudo evitar abrazarse a su hermano buscando calor.

- ¿ Q-quieres ir...a mi...habitación?- Nunca había pasado por una situación así... nunca había sentido lo que estaba sintiendo por su hermano. Todavía estaba algo nervioso y no sabía que es lo que tenía que hacer.

Se estremeció al contacto del aire frío en torno a su cuerpo húmedo, pero no por eso desaprovechó la oportunidad de observar a Matthew, a su lado, antes de que éste se apretujara contra él en busca de calor.

Medio rió entonces, abrigándolo con un brazo, y luego miró las cosas que habían dejado en el piso. Supuso que podrían volver a buscarlas más tarde, así que sencillamente se dispuso a entrar a la casa, pero la pregunta de Canadá lo tomó por sorpresa.

-¿A tu...?- una sonrisita precoz se apoderó de sus labios y le lanzó una mirada de circunstancias a su hermano. -¿Estás tratando de seducirme?- le preguntó, con voz divertida pero arrastrando un toque de sensualidad que había escuchado antes a los galanes de las viejas películas que se producían en casa.

¿Se-se-seducirte? - Su rostro se puso rojo como su bandera- N-nooo...yo quice decir que... podemos i-ir a mi habitación por que... yoooo... ahhh... - no podía formular una oración. Se sentía muy apenado y eso se mezclaba con los nervios. Ocultó su rostro rojo en el pecho del americano. Respiraba agitado y su aliento terminaba en el pecho del mayor.

Su cuerpo le pedía a gritos ir a la habitación con Alfred. Quería volver a sentir esos dulces labios sobre los suyos. Pero no era solo eso, en su cabeza se formaban imagenes que jamás pensó que imaginaría. Todas esas imagenes eran de ellos dos en momentos muy intimos. Eso sólo hizo que se pusiera más rojo que parecía que estaba hirviendo y se ocultaba más en el pecho del otro rubio.

Rió todavía con más fuerza, envolviendo a Matthew en un abrazo apretado. En realidad, no se podía imaginar al pequeño canadiense en una situación así, pero no por ello dejaba de resultarle interesante pensarlo.

-Vamos adentro.- le dijo, tras un momento de permanecer abrazándolo y disfrutando del aliento cálido chocando contra su pecho, y lo tomó por una mano, caminando hacia el interior de la casa que en aquellos momentos le resultaba de lo más apetitosa.

De verdad: no le gustaba nada el frío.

Adentro todo estaba en silencio, pero la calma se rompió cuando ellos entraron, consigo encabezando la marcha mientras hablaba sin parar sobre lo amazing que era jugar con él, y que qué lastima por su acorazado destruído y que más tarde le pediría uno nuevo a Japón para que pudieran tener una batalla naval otro día. Paseó los ojos por el pasillo que conducía a las habitaciones, y caminó a través de él. Estaba tan familiarizado con aquella casa como si fuera la suya así que no le costó demasiado encontrar la puerta de la habitación de su hermano y abrirla con un movimiento de su mano.

Trataba de seguir el hilo de la conversación mientras caminaban por la casa en dirección a su habitaciñon. A cada paso su latidos eran más rápidos. Cuando su hermano habló del acorazado, se disculpo nuevamente muy apenado por lo que paso.

Finalmente llegaron a la habitación de Matthew. El canadiense estaba aferrado, usando ambas manos, a la mano de americano. Alfred abrió la puerta y ambos entrar al lugar. Era una habitación común y corriente. Estaba todo ordenado porque Canadá aprovechó la mañana para ordenarlo.

Se quedaron de pie en el lugar por unos instantes - A-alfred...y-yo...- estaba dentrás de Alfred, todavía agarrado de su mano. Estaban solo en la habitación de Matthew, casi desnudos y mojado. Matthew jamás se imagino algo así y menos con Alfred.

"¿ Q-qué hago? Diooos...lo...los nervios me estan matando"

Llegados a aquél punto, América había decidido tirar todas sus preocupaciones por la borda. Se trataban solamente de ellos dos, y del hecho de que su hermano parecía encontrarse en la misma situación, así que no se lo pensó mucho antes de entrar a la impecable recámara de Matthew, que estaba exactamente igual a como la recordaba, incluyendo el móvil de aviones de batalla que había construído para su hermano.

Lo observó pendiendo de cuerdas por encima de la cama y sonrió ampliamente, sintiéndose mucho más seguro que antes. Se volvió hacia Canadá entonces. El pequeño permanecía a su lado, tembloroso y avergonzado, y una intensa sensación desconocida le atravesó el cuerpo como una descarga eléctrica.

Tomó al canadiense por el rostro, dejando que una vez más sus labios se encontraran, y lo obligó a caminar, lentamente, hasta que sus piernas tocaron el borde de la cama, sobre la cual lo empujó hasta que éste cayó sentado y él mismo se tumbó de rodillas frente a él.

Sus manos se apoyaron en el colchón y le dedicó su mejor sonrisa. -Te buscaré una toalla.- anunció, frotándole la cabeza con una mano, y después se puso de pie.

Otra vez sus labios se juntaron con los de su hermanos y otra vez el calor invadía su cuerpo y su corazón goleaba contra su pecho como si quiciera salir. Su cuerpo empezó a caminar, pero él no se lo ordenó, dejó que Alfred lo guiara hasta sentarlo en la cama.

La cercanía con Alfred lo volvía loco y no podía controlar su respiración. Cuando sintió las caricias, automaticamente cerró los ojos, disfrutando cada una de ellas.

- E-e-esta bieen... - le dijo a su hermano cuando éste fue a buscarle una toalla.

Se quedó unos momentos solo en la habitación. Dejó caer su espalda sobre la cama mientras que seguía jadeando. Tapó sus ojos usando brazo mientras que la su mano libre descansaba sobre su abdomen.

"Alfred parece que está más tranquilo que yo... no me extraña, s-siempre fue así" sonrió " ¿Seré algo más que su heramano para él? Él... me beso y e-eso no hacen l-los hermanos, ¿verdad? Además ahora...e-estamos en mi habitación, l-los dos solo y... " su cara estaba roja de nuevo " ... pero... ¿esto significará algo para él?... P-porque v-vamos a hacerlo, ¿no? Aunque él n-no me dijo nada... ¡¡Esto me esta matandooo!!"

- Alfred... d-dime algo - dijo en un susurro bajo y se notaba algo quebrada la voz.

Bajo su brazo sus ojos se humedecía de nuevo

Se alejó de la habitación de Matthew, con dirección al baño, en busca de un par de toallas. Estaba aún completamente empapado y sus pies producían un sonido de succión al caminar; adentro no se sentía fresco como afuera, pero aún así la tela empapada de su ropa interior estaba comenzando a molestarle, por lo que se apretó un poco más el paso.

Estaba procurando no pensar mucho en lo que había sucedido entre ellos, o lo que podría pasar si continuaba con esto principalmente porque sabía que los resultados de cualquier clase de análisis de caso no le iban a gustar. Entró en el baño, ocupando su cabeza con las líricas de Beat it! (xD) y se acercó al estante de madera en el que se apilaban las toallas del canadiense. Apenas tomó una se la llevó al rostro, y en un acto totalmente unlike him, aspiró el aroma a árboles y maple que tenía impregnada la tela. Sonreía como imbécil cuando la apartó de su rostro y salió del cuarto de baño una vez más, con dirección a la habitación.

Ahora sólo podía pensar en dulce, en miel y en su hermano. Matthew, sonriendo; Matthew, con aquellos enormes ojos brillantes que lo enloquecían; Matthew...

Entró a su habitación, sonriendo ampliamente, y había dado apenas un par de pasos silenciosos en un intento por sorprenderlo, cuando lo escuchó hablar.

Maldita sea, por un momento realmente había disfrutado con antelación a su broma.

-Dime.- respondió, dejando caer la toalla sobre el canadiense que descansaba encima de la cama.

- ... ¿ Ah? - no había escuchado entrar a su hermano. Esperó unos instantes antes de levantarse y usó la toalla para limpiarse disimuladamente las lágrimas. Cuando alzó la vista se topó con los ojos azules de Alfred y sentía que se perdía en el más profundo y cristalino océano.

- A-alfred ... - dudó en seguir pero la intriga lo estaba matando -¿ P-por qué...me besaste? - se aferraba con fuerza a la toalla que tenía entre sus manos. Quería saber, quería escuchar la respuesta de los labios del americano. ¿ Por qué estaba pasando todo esto? ¿ Por su estrecha relación?... ¿Por un impulso del momento?...¿ Por... amor? La última pregunta hacía eco en la cabeza del canandiese...