Su rostro se refregó un poco en el otro y con una mano acariciaba las hebras de su hermano. Sus gemidos no habían cesado, todos iban directamente al oido del mayor. Repetía una y otra vez el nombre del americano.
De repente, sintió algo calido que se apoyó sobre su parte trasera. Se avergonzó un poco al saber lo que era. Matthew era virgen, pero no tonto. Podía presentir el deseo de su hermano al sentir la hombría tan firme y dura contra su piel.
Lentamente se acercó al oido de Alfred - Q-quiero ser tuyo, Alfred...s-so..solamente tuyo... Hazlo - se separó para verlo a los ojos y le sonrió.