No había dejado de sonreír en ningún momento y extendió las manos hacia el frente, para sujetar la otra toalla y colocarla sobre la cabeza del rubio. Comenzó a secarle los cabellos con movimientos suaves, deslizando las manos hasta la nuca humedecida y nuevamente hacia arriba, sobre sus orejas.
-Te quiero.- dijo finalmente, con voz baja pero aún así alegre, y detuvo sus movimientos para poder ver a Matthew a los ojos.
No se le ocurría ninguna otra respuesta a su pregunta que esa.